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Ahogamiento Secundario

Mucho se habla del «Ahogamiento secundario» pero.. ¿Qué es? ¿Es frecuente? ¿Cuándo puede producirse? ¿ Qué precauciones debemos tomar? 

El verano es sin duda el momento más esperado del año.

El agua ofrece numerosos beneficios para nuestra salud y la de nuestros peques: es fuente de creatividad, de ejercicio, de diversión. Nos permite disfrutar del aire libre y el sol en familia.

Durante los primeros años de vida de los niños, el juego de los peques en el mar o la piscina deben ir acompañados de información y prevención por parte de los adultos para garantizarnos un verano feliz y sin “sustos”.

Flotador, socorrista, valla de piscina, vigilancia adulta continua y

¡Splash! ¡Niño al agua!

El niño feliz: flota, ríe, chapotea, mueve brazos y piernas … y claro también ¡traga agua! Y aquí el primer agobio del verano:

¿Debo preocuparme si el niño traga agua?

¡Pues no! Que el niño trague algo de agua mientras juega y chapotea en el mar o la piscina, no es grave y no debemos preocuparnos por ello.

¿Ni aunque tosa?

No, ni aunque tosa, ya que el agua está entrando a su estómago y no a sus pulmones. Simplemente sucede que al recibir la bocanada de forma inesperada, se activa el mecanismo reflejo de la tos y vemos al niño toser o incluso vomitar sin ser una complicación grave para su salud.

¿Y cómo saber si el agua ha entrado a sus pulmones?

Porque se trata de una situación grave, que no pasará inadvertida. La entrada de agua a los pulmones hará que el niño pierda el conocimiento.

Cuando un niño cae accidentalmente al agua y se produce hundimiento, el agua, además de entrar al estómago entrará a los pulmones provocando que el niño pierda la conciencia.

Con una rápida actuación por nuestra parte y con las maniobras de primeros auxilios correctas seremos capaces de expulsar gran parte del agua de sus pulmones, consiguiendo reanimarle, es decir, que recupere la conciencia.

Sin embargo, pasado este tremendo susto, debemos permanecer alerta y muy atentos, ya que puede aparecer un nuevo cuadro de “dificultad respiratoria” o lo que se conoce como “ahogamiento secundario”.

Esto se debe a que el cloro o agua de mar en contacto con los pulmones puede irritarlos, lo que genera una importante inflamación de la vía aérea, lo que puede dificultar o impedir la respiración del niño.

Por todo ello, debemos recordar que tras un episodio de “casi ahogamiento”, durante las siguientes 24 a 72 hs, será preciso mantener vigilancia estrecha del niño, si es posible, en un centro sanitario.

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