
Tras unos cuantos años pasando consulta de pediatría me atrevo a asegurar que la mayoría de familias viven los episodios de fiebre de los peques como algo muy malo, a lo que hay que tener miedo y hacer desaparecer cuanto antes … ¡no sea que provoque algún daño!
Por supuesto que a ninguno de nosotros nos gusta ver a los peques decaídos, que duerman o coman mal, pero la “fiebre-fobia” tampoco es buena. Nos genera ansiedad y agobio, la gran mayoría de las veces, innecesarios.
¿Qué es y porqué se produce la fiebre?
Lo primero que debemos saber es que cuando nuestras defensas descubren algún gérmen o cuerpo extraño en el cuerpo, inmediatamente ponen en marcha todos sus mecanismos para deshacerse de ellos. Esta “artillería” consiste en movilizar células llamadas linfocitos (entre otras) que liberan una serie de sustancias llamadas “inter-leukinas” que hacen que la temperatura del cuerpo aumente.
Para que lo entendáis mejor, las personas con un sistema inmunitario débil, como las personas mayores, o inmaduro, como son los bebés menores de 3 meses, al coger gérmenes no les suele aumentar mucho la temperatura. Es decir, tienen infecciones sin fiebre o con poca fiebre. Y eso puede ser muy peligroso, ya que la infección avanza por el cuerpo ¡sin que nos demos cuenta!
Para que lo entendáis mejor, las personas con un sistema inmunitario débil como pueden ser las personas mayores, inmunodeprimidas y también los bebés menores de 3 meses, cogen gérmenes igualmente pero, al no tener defensas, no elevan la temperatura. Es decir, tienen infecciones sin fiebre. Y esto es muy grave, ya que la infección avanza por todo el cuerpo sin freno y, además, ¡sin que nos demos cuenta!

¿Porqué los bebés y niños pasan tantos episodios de fiebre durante los primeros años de vida?
Al nacer, su sistema inmune es aún inmaduro. Tarda unos 2 a 3 meses en estar “listo” para defenderse por su cuenta. Durante ese período, las principales defensas que tienen los bebés son los anticuerpos que han recibido durante el embarazo a través de la placenta materna, y los que reciben a través de la leche materna.
Según el bebé crece y hace cada vez más cosas: se lleva sus manos a la boca, gatea, se mueve, pasa tiempo con otros niños. Entra en contacto con diversos gérmenes, virus banales en la inmensa mayoría de los casos.
Su propio sistema inmune, que está de estreno, es muy activo y tiene órdenes de reconocer y reaccionar frente a todo aquello que “no haya visto nunca”. Es decir, pone en marcha la “artillería” ante todo lo desconocido, aunque sea un mínimo “intruso”.
La buena noticia es que nuestras defensas son muy activas y “entusiastas” pero tampoco les gusta trabajar en vano. Por eso, tienen capacidad de generar memoria contra algunos virus y bacterias. De esta forma, si esos gérmenes vuelven a aparecer, es capaz de eliminarlos de forma rápida y efectiva, sin necesidad de generar tanta fiebre.
Por eso, es esperable que bebés y niños presenten muchos episodios febriles durante los primeros años de vida, hasta que su sistema madura y reconoce los gérmenes con los que ya ha estado en contacto.
¡PRESTA ATENCIÓN!
Por último, si hemos comprendido que la fiebre es un mecanismo natural de defensa del organismo, y ya sabemos que no hace daño, lo que nos viene a decir es:
- Si dura 24 horas: no debes hacer nada conmigo, me las he arreglado sola.
- Si dura 48 horas: no me pierdas de vista que estoy luchando y apunta cada cuánto aparezco.
- Si dura 72 horas: me está costando deshacerme de este gérmen, pero ya lo tengo acorralado. Si me llevas al pediatra, podrá verlo e indicarte el medicamento más apropiado.
¡Recuerda! Los antitérmicos jamás curan una infección. Sólo ayudan a que el bebé o niño se sienta mejor, pero si los utilizamos en exceso nos hacen perder información.
Por eso, debemos utilizar las dosis de antitérmicos recomendadas por nuestro pediatra, respetando los intervalos entre las mismas aunque la fiebre aparezca antes. Y sólo alternaremos los medicamentos para tratar la fiebre en casos excepcionales.
Si tienes dudas, acerca de este tema u otros, cuenta con nuestro servicio de pediatría online. La mejor orientación clínica y consejos, disponible todos los días del año.
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