Hoy queremos compartir el testimonio de una mamá prematura que nos ha llegado a lo más profundo del corazón. Es increíble lo fuertes que somos ante las adversidades y lo que por amor podemos llegar a soportar…
Sin más, deseando que os guste este testimonio y haciendo un homenaje a todos los bebés y mamás prematuros os comparto sus palabras:
«Soy mamá prematura de una gran luchadora y de un pequeño ángel que nos cuida desde el cielo. También soy mamá joven, primeriza, preocupada… y un sinfín de adjetivos, pero creo que el que mejor me define es el de mamá prematura».
Di a luz el 10 de Mayo de 2017, a las 25 semanas de gestación, cuando hacía poco que había empezado a sentir a mis dos pequeños dentro de mí, y sinceramente, aún no estaba preparada para la maternidad. Al igual que mis hijos, me quedaban unos meses para madurar como madre. Que no se me malinterprete, eran dos hijos muy deseados y muy queridos, pero si la maternidad ya de por si es complicada, imagínense cuando comienza con pruebas diarias. No pude verlos hasta pasadas unas cuantas horas, y cuando los vi no pude ni cogerlos, ni abrazarlos ni besarlos; sólo me permitieron poner mi mano ligeramente sobre ellos y con un guante de látex para evitarles infecciones. Eran tan pequeños y tan frágiles… y yo tan ingenua… que pensaba que saldría todo bien, al fin y al cabo, la viabilidad está en la semana 24 ¿no?
Tres días después, el 13 de Mayo de 2017, a las 02.30 de la mañana, falleció mi hijo en mis brazos, después de haber pasado las 72 horas de mayor peligro, su cuerpecito no pudo aguantar y se apagó. En ese momento me convertí en madre doliente, que pudo llorar a su hijo unas horas, las justas para recomponerse y continuar la lucha, pues nos quedaba otra razón para seguir avanzando y estaba tras las puertas de la UCI neonatal. Tardé tres días en poder entrar sola nuevamente a la UCI a ver a mi hija, siempre tenía que entrar mi pareja primero y decirme que estaba todo bien, que ella estaba allí y luchando…era entonces cuando podía pasar y verla. Tardé mes y medio en poder tocarla sin sentir que le iba a hacer daño, en ese tiempo, hicimos el método canguro, pero cuando se trataba de tocarla con las manos… pensaba que lo único que podía hacerla era mal y que por mi culpa enfermaría. Tardé 91 días en poder llevármela a casa, sin oxígeno, sin suplementos… como una niña sana a la que llaman ahora “exprematura”.
Como madre prematura tienes que aprender conceptos de medicina que antes te daban igual como los niveles adecuados de saturación, saber cuál es la curva adecuada que tiene que hacer el “pulsi” y diferenciar si cuando está pitando la máquina es porque algo real está pasando o simplemente que el bebé se está moviendo. Aprendes palabras como bradicardia, enterocolitis, ductus, retinopatía…y tantas otras que te van a acompañar durante muchos meses. Aprendes a vivir con el corazón fuera de tu cuerpo, rodeado de cables y cuidado por otras personas, deseando cambiarte por tu bebe, deseando que lo que le ocurre se pudiese solucionar pagando a alguien o cortándote un brazo si fuera necesario. Aprendes a valorar los pequeños avances, los gramos diarios que van engordando porque… como se notan 10 gramos en ellos. Celebras cuando hacen pis, cuando hacen caca, cuando llegan al kilo… y en los dos kilos casi haces una fiesta porque sabes que el alta está cada vez más cerca… Aprendes, que los bebes mueren y enferman mucho, y que no todos son gordos y rositas pero también aprendes que los que deciden nacer antes están hechos de otra pasta, y que se comen el mundo, a pequeños bocados, primero tímidamente y luego con fuerza y ganas…
Creas lazos con gente que no tiene nada que ver contigo, pero que está en tu misma lucha y agradeces toda la vida a todos los profesionales que han cuidado de tu hijo o de tu hija, que les han mimado y achuchado… y les miras pensando que les debes la vida porque gracias a ellos vas a poder abrazar a tu bebé prematuro. Descubres nuevos sentimientos, como el que se te queda cuando te vas a casa por la noche, ¡que duras son las noches!, duermes por el cansancio físico y mental que tienes, siempre pegada al móvil por si recibes una llamada que no quieres recibir diciendo que tu bebé ha empeorado. Llamas dos, tres, cuatro veces durante la noche para comprobar que todo esta como lo dejaste, deseando escuchar esas palabras “está estable”, y corriendo al hospital si hay algún cambio por mínimo que sea.
Durante el primer mes de vida de mi hija recuerdo tener dolor de corazón constante, taquicardias, sensación de ahogo y mareo…incertidumbre constante. Mi hija tuvo un fallo renal donde estuvo 12 horas sin hacer pis (a las 24 horas es irreversible y no se les puede hacer diálisis tan pequeños), tres veces estuvo sin tensión, cuatro sepsis, una reapertura de ductus con intervención quirúrgica cuando no tenía ni un mes, cuatro transfusiones de sangre, problemas con el calcio y el fósforo…y lo superó todo, por eso, la maternidad de un niño prematuro viene con muchos miedos e incertidumbres, muchas angustias y llantos… pero también con un gran sentimiento de orgullo de esa personita que está luchando día a día, porque tiene muy claro que quiere vivir.
Después de lo vivido, sales de la UCI con tu bebé, y la gente piensa que todo ha terminado, que ya tienes un bebé sano que puedes disfrutar, pero eso se aleja mucho de la realidad. Tienes constantes visitas a los médicos y especialistas, todas las semanas tienes algo, revisiones muy seguidas de peso, porque hay que ver que se alimenta bien, sino puede volver a ingresar; no puede ir a sitios con mucha gente, no puede acercarse a otros niños, tienes que lavarte constantemente las manos… y tienes que vivir con el miedo y la alerta a las posibles secuelas físicas, psicológicas, emocionales, conductuales… tienes que trabajar mucho con tu bebé, estimularle, jugar… para evitar que tenga un retraso excesivo con respecto a otros niños, y aún así habrá cosas que no podremos evitar y tendremos nuevamente que aprender a vivir con ellas.
Actualmente, mi hija tiene 6 meses, 3 de edad corregida, y me enorgullece con cada avance que consigue. Hemos tenido sustos, nuevos ingresos, nuevos diagnósticos, como actualmente que ha vuelto a tener una sonda nasogástrica porque no quiere comer, anorexia del lactante lo llaman, pero lo superaremos, como tantas otras cosas.
Para terminar, me quiero dirigir a todas las mamás que como yo, sean madres de un bebé prematuro. Las que ya están fuera del hospital, felicidades, sois unas guerreras como vuestros hijos, y podréis enfrentaros a todos los retos que os vengan. A las que aún estáis en esa UCI, tranquilidad, todo pasa y lo que más ayuda a vuestros hijos es el amor que les dais, porque aunque a veces dudéis, aunque no lo tengáis claro, ellos sí saben que, entre todas las personas, vosotras sois sus madres.
Y recordad… mientras ellos luchen, nosotras seguimos luchando.
Leyendo este artículo una y otra vez comprobamos lo gratificante y necesario que es nuestro trabajo y nuestros servicios cuando se trata de personas tan necesitadas de apoyo y tan vulnerables, por el desconocimiento a lo que se tienen que enfrentar, el desconocimiento de los términos y tratamientos médicos y por el gran miedo a cometer algún error. Los padres siempre lo hacen bien y saben lo que tienen que hacer, pero un apoyo profesional los primeros días en casa con el o los bebés es fundamental cuando se trata de bebés (y mamás) prematuros.
Solo me gustaría añadir que NO ESTÁIS SOLOS, estamos a vuestro lado para todo lo que necesitéis.
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